sábado, 24 de octubre de 2009

Amigos & Friends copó el escenario de Ciudad Vieja

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de prensa de Amigos & Friends

La Plata, octubre 19 (Agencia NAN-2009).- La big band comandada por Gustavo Arastita (una leyenda del under platense ahora conocido como el Capitán Denis Dalton) mezcló el bolero con la tarantela, el funk y la música tradicional japonesa durante tres horas en el escenario de un bar de La Plata, quitándole el aliento a todo el que se acercó.

Las reglas de juego cambian. Convivir con la prohibición de fumar en los bares es tarea sencilla, pero evitar bailar se hace difícil, más cuando, durante la madrugada del sábado, Amigos & Friends copa el escenario de Ciudad Vieja, en La Plata, prometiendo zarpar en un crucero que recorrerá las melodías del mundo para llegar hasta el centro mismo de la fiesta.

Cuando Gustavo Astarita, el cantante de la banda que también lideraba Míster América, sube al escenario, la gente no evita ovacionarlo. Es que la presencia de uno de los músicos platenses con más trayectoria genera la impresión de encontrarse ante una leyenda del under de la ciudad. Con nuevo nombre --en Amigos & Friends dejó de ser Astarita para convertirse en el Capitán Denis Dalton--, se transforma en un personaje casi de caricatura, que se permite divertirse abiertamente, apoyado por los otros ocho hombres que conforman su big band.

Durante la primera parte del show, la banda interpreta boleros que derriten la mirada de todo aquel que se anime a subir al crucero. El calor creciente que recorre los cuerpos húmedos que se amontonan en ese pequeño bar antiguo, transporta al público a la costa de alguna isla centroamericana donde pareciera no existir mejor plan que disfrutar de la escena con alguna bebida tropical en la mano.

Entre tema y tema, los monólogos de Astarita se suceden, relatando historias plagadas de personajes que sólo podrían convivir en mundos fantásticos como los que Amigos & Friends propone en cada uno de sus shows. La gente ríe y aplaude entusiasmada, mientras los artistas no disimulan la diversión que les genera la situación. Como niños, sonríen para después interpretar otra melodía que, con precisión, obliga a que los hombros se muevan al ritmo.

Sin respetar un orden geográfico, Amigos & Friends recorre el mundo, toma sus melodías y las redefine para convertirlas en sonidos que pasan a ser característicos de la banda. Así, el beat inglés convive armoniosamente con los boleros y los chachachás cubanos, el funk estadounidense, las tarantelas italianas y la música japonesa. La mixtura llega con sabor a comunión y todo pasa a ser una sola cosa, creando la sensación de que sólo estos músicos podrían conjugar géneros tan disímiles y transformarlos en su columna vertebral.

Durante una hora y media, la gente se contiene de bailar. Sin embargo, algunas chicas se abren espacio entre sillas, mesas y personas para sacudirse de la mano, quitándose de encima los resabios de hastío que la semana pudo haberles dejado. Cuando el cantante vuelve al escenario luego de 15 minutos de descanso, no logra siquiera terminar una canción antes de que el público empiece a pedir que se retiren las mesas, al tiempo que se abre camino, corriéndolas, y empieza a bailar. Luego de prenderse una pipa como el capitán de un viejo navío, y viendo a sus espectadores tomar por asalto el espacio, Astarita anuncia que la revolución ha llegado.

Los cuerpos festejan la batalla ganada de la mano de una rumba. La pista de baile se arma y ya nadie puede resistirse. Tras una cantidad incontable de whiskies, un hombre se desabrocha la camisa y, con los brazos extendidos, grita hacia el escenario: “I love you, I love you”. Y gira para sumarse al resto de la gente que, con la piel abrillantada, se mueve sin cesar. Una fiesta no admite muchos preámbulos, así que la banda evita monologar y, en cambio, procura quitarle el aliento a todo el que se acercó hasta el bar.

Poco a poco, la gente parece perder la cordura luego de haber dejado de lado cualquier signo de timidez. Salta extasiada, baila sin seguir ningún ritmo determinado, se deja llevar por la marea que provoca el movimiento de los demás cuerpos y celebra. Una mujer se sube a una banqueta y aletea sin cesar. Cada tanto, como si no soportara los impulsos que la invaden, le declara su amor al cantante, que no llega a oírla, claro.

Amigos & Friends anuncia el final del festejo e inmediatamente dos chicos golpean con las manos la madera del escenario al tiempo que gritan una y otra vez: “Injusticia, injusticia, injusticia”. Segundos después, Astarita vuelve a escena vestido de jeque árabe, secundado por sus compañeros. Mientras la banda le canta a Alá, el público le hace reverencias agachando la cabeza.

Una versión instrumental de "Pinocho" extiende por algunos minutos el juego. Se hace imposible no rememorar al viejo hospital de los muñecos al que llegó el pobre pinocho malherido. Sin embargo, los recuerdos se diluyen cuando el Capitán Denis Dalton le pide a su tripulación que se haga chiquitita. La gente se hace bollito en el suelo y espera paciente a que la melodía dé la orden. Cuando llega el momento, todos saltan de lado a lado, aferrándose a quien esté cerca.

Cuando los músicos se bajan del escenario, esta vez sin vuelta atrás, el público repite que eso es una injusticia. Pero inmediatamente deja de hacerlo porque esa noche, en ese bar de La Plata, ninguna injusticia se cometió. Al contrario, durante tres horas la gente pudo hermanarse para conquistar una pequeña revolución a favor de la celebración.

Fuente: Agencia NAN

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