lunes, 19 de octubre de 2009

Brillante cierre en Llao Llao

DE HOLANDA SAEJIS INTERPRETÓ BEETHOVEN, MENDELSSOHN Y PIAZZOLLA.

La violinista Frederieke Saeijs Coronó una semana que contó con grandes intérpretes.

Por: Federico Monjeau
Fuente: BARILOCHE. ENVIADO ESPECIAL

La Semana Musical Llao Llao coronó brillantemente con la violinista holandesa Frederieke Saeijs, gran protagonista del cierre, el sábado, como solista en el Concierto en Re mayor op. 61 de Beethoven con la Sinfónica de Santa Fe dirigida por Roberto Montenegro. Su actuación fue de menor a mayor. La joven Seijs no es una instrumentista técnicamente consumada, pero su musicalidad es desbordante. Al principio pareció enredarse con algunas dobles cuerdas y pasajes ornamentales endiablados, pero a partir de la cadencia del primer tiempo se apropió de la obra y la llevó admirablemente hasta el final.

El programa había comenzado con otra pieza de Beethoven, Las criaturas de Prometeo. Podría decirse que también la orquesta fue de mayor a menor. La cuerda es pareja; la madera, un tanto floja, aunque hay que admitir que la oboe solista se reivindicó a la hora de los bises con una fina intervención en Oblivion de Piazzolla. En el Concierto de Beethoven, Montenegro contuvo bien el sonido y logró un equilibrio óptimo entre orquesta y solista. La Sinfonía Italiana de Mendelssohn cerró el programa en una ajustada ejecución.

Saeijs había tenido su debut el viernes, en un trío completado por dos solistas extranjeros: el pianista francés Frederic Vaysee-Knitter y la chelista serbia Maja Bogdanovic, otros dos músicos notables, aunque sin duda Vaysee-Knitter es tal vez el gran descubrimiento de la Semana; había estado brillante en el Concierto de Mozart con la Sinfónica de Salta, y volvió a impresionar en tríos de Haydn, Schubert y Mendelssohn.

El miércoles fue el turno del Cuarteto Sarastro de Suiza. El cuarteto presenta deficiencias en los extremos: la afinación del primer violín no siempre es justa y al chelo le falta sonido. Ganó muchísimo con la suma de la solvente pianista argentina Agustina Herrera en los quintetos de Constantino Gaito (el op. 24, una rareza más que interesante con su posromaticismo acriollado) y Brahms (el magistral op. 34 en Fa menor). El jueves se oyó una obra cumbre del repertorio de cámara: el Quinteto con dos chelos de Schubert, en una memorable interpretación de Haydée Seibert Francia, Roberto Calomarde, Elizabeth Ridolfi, Myriam Santucci y Edgardo Zollhofer. El programa había comenzado con una versión algo deslucida del Cuarteto op. 76 N° Haydn. Da la impresión de que Seibert Francia (primer violín) puede pasar de cierta apatía (en Haydn) a la compenetración absoluta (en Schubert). En los conciertos de mediodía se destacó Gulsin Onay, pianista turca de gran escuela, que brilló con Beethoven y Chopin, además de la Sonatina de 1937 de su maestro Adnan Saygun, mientras que el pianista Antonio Formaro ofreció un bello tributo a Mendelsohn.

Ya sea por efecto de los aniversarios o de la casualidad, la programación general quedó muy acotada al repertorio clásico-romántico. La Semana tuvo el alto nivel acostumbrado, y también es cierto que nadie viene en busca de revelaciones vanguardistas, pero hay otros cien años de música que no deberían pasarse por alto.

Fuente: CLARIN

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