martes, 27 de octubre de 2009

Cantar y contar

Horacio Guarany, en el Luna Park El músico "se despidió" del estadio porteño con un recital de casi tres horas.

Por: Diego Jemio
Fuente: Especial para Clarín

Atahualpa Yupanqui contaba una anécdota que, quizá, sirve para pintar a Horacio Guarany. El autor de La añera andaba a caballo por los cerros de Amaicha del Valle, cuando se cruzó con un paisano que cantaba un aire de baguala. Se acercó al hombre y lo elogió: "Siga cantando, que lo hace bien". El paisano lo miró, se rió y le dijo: "Por favor, no se burle de mí, señor. Yo canto fiero, pero lo lindo de mi canto lo pone el cerro, la montaña. Es el paisaje".

En el recital Adiós Luna Park, cantó como siempre. Aunque en pleno centro porteño, estuvo aquel paisaje del que hablaba el campesino. Un paisaje cargado no ya de cerros ni de silencio y sí de los íconos del folclore que este hombre supo construir: mesa con una copa de vino, pantalla gigante con imágenes gauchescas de sus películas y palabras. Muchas palabras.

No fue necesario esperar para que llegaran los éxitos. Luego de un recitado, arrancó con Caballo que no galopa, con ayuda del público y acompañado por cinco guitarras y dos bombos. "Esa es la voz del pueblo, carajo", contestaba a los coros el hombre, vestido con poncho negro, remera y traje azul.

Como siempre, Guarany se preocupó por mofarse de su afinación. "¡Me cago en la afinación!," dijo en entrevistas. Pero en este recital fue más allá: hizo muchas canciones por la mitad, costaba entenderle, largó un "ah, cuánto cuesta cantar" y contó anécdotas. Muchas.

No se privó de tocar ningún tema: su crianza en un boliche, lo "horrible" que sonaban las guitarras esa noche, la necesidad del fin de las guerras, el exilio forzado de San Martín, los argentinos que "nos creemos vivos y somos boludos", la necesidad de crear casas públicas de servicio sexual para que los feos puedan "bañar al tero", lo bien que está San Luis y, claro está, las noches en las que terminaban "mamaos hasta el cogote".

Cada tanto, aparecía aquel viejo Guarany, el creador de hermosas canciones. Hizo Caminante si vas por mi tierra, Guitarra de medianoche y Canción del adiós, basada en un poema de José Angel Buesa. A los 84 años, el hombre todavía llena el Luna Park y muestra, de a ratos, ese canto desbocado, el del "Potro" Guarany, el que hizo de él uno de los artistas más convocantes del folclore. "No se preocupen porque hay Guarany para rato. Tengo para 30 años más de carrera", dijo en un momento de la noche, ante un público que estaba dispuesto a festejarle todo.

Después de varios bises, el final llegó con La villerita y, nuevamente, Caballo que no galopa. Habían pasado casi tres horas de canciones. Y palabras. Más lo segundo que lo primero.

Fuente: CLARIN

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