martes, 13 de octubre de 2009

Cómo venderle libros argentinos al resto del mundo

País invitado. China será la protagonista de la nueva edición de la Feria del Libro de Frankfurt. Los analistas piensan que habrá conflictos entre los escritores disidentes y el gobierno chino.

La cita anual alemana tendrá como país invitado a China, pero la Argentina tiene una participación especial con mesas redondas, presencia masiva de editores y escritores, y recibirá la posta para ser la protagonista de la edición 2010.

Este martes se inaugura oficialmente el encuentro editorial más importante del planeta: la Feria del Libro de Frankfurt. Por 61ª año consecutivo, editores, agentes y, en menor medida, escritores se reunirán para comprar y vender ya no libros sino algo mucho más intangible: derechos de autor. Y como cada año habrá un país invitado que será el centro de las miradas. China es la protagonista de esta feria, pero tendrá en un papel secundario –para nada menor– a la Argentina, que ocupará el lugar principal de la edición 2010.

La Feria del Libro de Frankfurt nació, en su concepción contemporánea, de los escombros de la Segunda Guerra Mundial. Esta ciudad, destruida en más de un 90 por ciento durante la guerra, se reconstruyó en pocos años y ya en 1948 contó con la primera edición de la feria del libro. Pero su historia es mucho más antigua.

Las primeras referencias a la venta de libros en la “feria de otoño” de Frankfurt se remontan al año 1150. Es que Frankfurt, como gran parte de las ciudades europeas, nació y se desarrolló en la Edad Media al calor de sus ferias y el incipiente comercio entre distintas regiones.

La primera feria exclusivamente de libros tuvo lugar en 1480, pocos años después de la creación y la divulgación de la imprenta. Por entonces, los primeros editores llegaban en carros con sus libros para venderlos al público en general y a los otros imprenteros.

La historia moderna de la Feria de Frankfurt tiene un perfil distinto al que se imagina el gran público. No se parece, por ejemplo, en nada a la feria de Buenos Aires, donde lo más importante es el contacto del público consumidor con los libros. Sólo se puede ingresar en carácter de editor, agente, autor o periodista. Los lectores comunes apenas pueden visitarla en su último día, cuando la mayoría de los protagonistas ya están en sus aviones rumbo a su lugar de origen.

Además, la feria dura poco: apenas cinco días, de los cuales cuatro son los dedicados exclusivamente a los negocios.

La Feria de Frankfurt vende exclusivamente derechos de autor. Los pocos escritores que van lo hacen invitados por sus editoriales para promocionar sus obras ante editores de otros países. Los agentes intentan vender a los autores que tienen bajo su ala y los editores confían en comprar derechos de libros que los harán triunfar económicamente. También buscan “oler” las nuevas tendencias: si se está por poner de moda la novela de vampiros, o los escritores albaneses, o el libro de grandes formatos, o cualquier otra novedad que vean en sus colegas exitosos.

El país invitado de cada feria concentra la atención de los editores de los otros países. Aquel que consigue imponer a los suyos –es decir, que los convierte en una “tendencia internacional” como a los autores del boom latinoamericano en los 70, los novelistas ingleses en los 80 y los autores étnicos angloparlantes en los 90– habrá ganado una batalla cultural y además económica. Exportar derechos de autor –de libros, pero también de cualquier producto intelectual o cultural– es uno de los objetivos de cualquier economía nacional en crecimiento.

En la Feria del Libro de Buenos Aires de 2008, algunos organizadores alemanes veían con preocupación la lentitud con la que Argentina estaba armando su participación en 2010. La creación del Comité para la Feria de Frankfurt (COFRA) aceleró los planes, se crearon programas como el Proyecto Sur (ver aparte) y se armó un calendario de actividades que comienzan en esta edición de la Feria de Frankfurt y que tendrán como punto culminante octubre de 2010.

También la ciudad de Buenos Aires armó su propia agenda con apoyo a la publicación de antologías y organización de debate. Es de esperar un diálogo entre los dos representantes argentinos, pero si se pelean y arman algún escandalete no harán más que repetir la historia de las últimas ferias. En 2007 el “país” invitado, Cataluña, que quería diferenciarse del resto de España, se negó a llevar autores catalanes que escribían en castellano. En 2008, los dirigentes turcos debieron soportar las críticas de su premio Nobel Orhan Pamuk durante el discurso de apertura de la feria. Este año se esperan tormentas fuertes entre los escritores disidentes chinos y el gobierno de su país.

Si la feria puede convertirse en un lugar de disputas políticas, no habría que olvidar el principal objetivo: difundir una literatura, hacerla llegar a todos los rincones del mundo, abrir mercados editoriales en lugares insospechados. Ver a Julio Cortázar editado en tailandés, a Juan Gelman en lituano y a Liliana Heker en ruso, entre muchos otros autores y lenguas posibles, es la expectativa que despierta la Feria de Frankfurt.

El Programa Sur de traducciones

Para la participación de la Argentina en la Feria del Libro de Frankfurt el gobierno de la nación creó, a comienzos de este año, el Programa Sur. Se trata de un proyecto para promover la publicación de traducciones de libros de autores argentinos en distintos países del mundo y que, según la embajadora y titular del comité organizador para la participación argentina en la Feria del Libro de Frankfurt edición 2010 (Cofra), Magdalena Faillace, ha superado todas las expectativas. Actualmente ya están confirmadas cien traducciones distribuidas en los siguientes países: Alemania (24 obras), Israel (11), Italia (11), Francia (8), Rumania (5) , Estados Unidos (5), Países Bajos (5), Suiza (4), República Checa (4), Brasil (4), Reino Unido (3), Grecia (3), Bulgaria (2), Tailandia (2), Ucrania (2), Polonia, Austria, Malasia, Japón, Georgia y Turquía con una obra cada país.

Para aprobar las traducciones se formó un comité de selección integrado por los escritores Noé Jitrik y Mario Goloboff, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, el presidente de la Fundación El libro, Horacio García, y la embajadora Faillace. Ellos avalaron la publicación de sesenta y nueve novelas, dos libros de cuentos, dos novelas de no ficción, nueve de poesía, cinco de teatro, dos novelas infanto-juveniles, un libro de cultura culinaria, uno de historietas, otro de conferencias, un diario y sólo dos de ensayos sobre temas latinoamericanos.

El autor más traducido, una vez más, será Jorge Luis Borges con seis obras, seguido de cerca por su amigo Adolfo Bioy Casares con cuatro. Y en cuanto a los autores contemporáneos encabezan la lista, con tres publicaciones, la autora de Las viudas de los jueves, Claudia Piñeiro, la escritora María Rosa Lojo y el autor teatral Rafael Spregelburd. También se destacan las traducciones de Los pichiciegos de Rodolfo Fogwill, Zama de Antonio Di Benedetto, El entenado y La pesquisa de Juan José Saer, y Rosaura a las diez de Marco Denevi al hebreo, las de El matadero de Esteban Echeverría y La ciudad ausente de Ricardo Piglia al francés, la de Boquitas pintadas de Manuel Puig al tailandés, la de Rayuela de Julio Cortázar al georgiano y la de Operación Masacre de Rodolfo Walsh al francés y al alemán. Dentro de los autores del Programa Sur hay once que sufrieron la persecución de la dictadura: Walsh desapareció en 1977 y otros diez debieron exiliarse.

Faillace anunció que el Programa Sur no finalizará con estas cien traducciones. “Llegamos a cien obras pero tenemos como veinte presentaciones más y vamos a continuar con el programa. Si uno multiplica por cien son hasta ahora 250 mil euros, una erogación importante en cultura exclusivamente”, destacó la titular del comité organizador. Para cada libro el Gobierno aprobó un monto máximo de 3.200 dólares. Y la publicación con más ejemplares será La batalla del calentamiento de Marcelo Figueras con 8.000 al holandés.

“Los argentinos no tenemos la dimensión real del valor que nuestra cultura tiene en el mundo, pero llevamos una delantera enorme en Latinoamérica y esto debe servir para fortalecer nuestra identidad cultural”, se ilusionó Faillace con Frankfurt en una conferencia de prensa realizada la semana pasada.

OPINIÓN

Despertar un interés sostenido por nuestros escritores
María Rosa Lojo (Escritora. Autora, entre otros libros, de La pasión de los nómades)

Ser invitado de honor en la Feria de Frankfurt significa sin duda situarse, por un año, en el eje de la atención del mundo editorial planetario, entrar por la puerta grande a una inmensa vidriera para mostrar, no tanto autores aislados, por descollantes que éstos puedan ser, sino una cultura nacional en todas sus manifestaciones, aunque poniendo un acento privilegiado en las expresiones literarias y, más allá de la literatura, en todas aquellas prácticas culturales que se plasman en libros.

En Frankfurt 2009 y 2010, en tanto país que recibe hoy la antorcha protagónica y que la entregará a su sucesor el año próximo, la Argentina tiene la inapreciable oportunidad de abrir y desplegar toda su complejidad y sus matices, más allá de los clisés.

Frankfurt será la plataforma para dar a conocer mucho mejor, no sólo ciertos nombres clave con los que se nos identifica en el mundo (Gardel, Maradona, Borges, el Che, Cortázar, Evita), sino su contexto pasado y presente, la historia y la cultura que los engendraron, la memoria, los mitos, las contradicciones y los debates que nos constituyen, a través de los libros y en particular de la literatura, esa gran condensadora y creadora de símbolos, que refracta y conforma el imaginario de una sociedad.

Mesas redondas con escritores, periodistas y críticos, exposiciones de plástica, proyección de películas, momentos musicales, entrevistas públicas, lecturas, nos representarán múltiplemente no sólo en la Feria, también en otras instituciones, como por ejemplo, los institutos Cervantes, el Instituto Iberoamericano de Berlín, los ámbitos universitarios.

El saldo más importante de esta experiencia será, a mi entender, despertar un interés sostenido y permanente por la Argentina, en su singularidad y su pluralidad: nación coral y multiétnica –donde conviven el aporte inmigratorio europeo con el sustrato hispanocriollo, los pueblos originarios, las huellas africanas–, en su presente y en su historia de raíces precolombinas, en sus tradiciones y su permanente voluntad innovadora.

Objetivo particular, será, sobre todo, la mayor difusión y (re)conocimiento de nuestra literatura creativa como un todo, cosa que ya ha comenzado a ocurrir, y no tímidamente sino a la manera de una avalancha. Los cien subsidios a la traducción que el Programa Sur de la Cancillería decidió conceder a partir de abril de este año, ya han sido pedidos y asignados, y hay solicitudes en lista de espera. A tal punto que las subvenciones acaban de ampliarse a cincuenta más, y que se piensa convertir el subsidio puntual en una política de Estado que por fin permita colocar a los autores nacionales en un pie de igualdad con otros países que hace tiempo gozan de esta enorme ventaja.

Si tanto el objetivo general como el particular se cumplen, podrá decirse entonces con certeza, que para la Argentina, su cultura y especialmente su imaginación verbal, habrá un antes y un después del paso por Frankfurt, que coincide con la línea gravitante del Bicentenario.

Fuente: Crítica

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