domingo, 25 de octubre de 2009

De añoranzas y reflejos de la política argentina

Tres buenos actores en la piel de personajes esperpénticos Foto: LA NACION

Roberto Ibáñez creó un texto sólido y poético

La idea de la historia pensada como delirio, antes que tragedia o farsa, como la supuso Hegel, le sirve al autor, actor y director Roberto Ibáñez para armar una breve fantasía teatral de tres personajes , en la que se entrecruzan los enconos del amor con las viejas cuentas del pasado argentino. El escenario es el picadero del circo. Allí llega un payaso, que añora al general de su preferencia política y su eterna esposa, en busca de una mujer, Margarita, para cumplir una vieja promesa de amor.

Ella vive ahora con un soldado de la independencia, que cree que su misión es ubicar a otro general perdido y al que necesita para cumplir un destino de gloria. En su mente alucinada, el deber patriótico se ha convertido en un sediento deseo de reprimir y castigar a los demás. Y en ese lugar de reencuentro, carcomido por la locura, el esperpéntico triángulo amoroso dirimirá el repetido dilema de excluir al que sobra.

Ibáñez cuenta esa peripecia de amor casi ridícula, con humor y calidad poética, y con una clara referencia a la memoria de lo que nos ha ocurrido en la historia. Lo hace dentro de un dispositivo escénico mínimo: una cordillera nevada como fondo que evoca la gesta de emancipación, un círculo circense, un carrito multiuso y algunos objetos más muy bien valorizados por la luz. Los tres personajes son arquetípicos y simbolizan más que nada ideas, porque hasta los generales carecen de nombre, aunque se deduce quiénes son, pero un lenguaje adecuado los hace bien carnales y reconocibles.

Tal vez la figura del payaso sea ya demasiado reiterada en la iconografía teatral, pero la bondad del texto hace olvidar ese detalle. Las tres composiciones son sólidas, en especial la de Paula Rubinzstein, que dibuja una Margarita muy chispeante y voluble.

Alberto Catena

Buena El general de los recuerdos.

  • Escrita y dirigida por Roberto Ibáñez. Con Hugo Castro, Paula Rubinzstein y Miguel Angel Polizzi. Vestuario y maquillaje: Agustina Alazraqui. Iluminación: Manuel Rincón González. Música y efectos: Juan Pablo Martín. En La Ranchería, México 1152. Sábados, a las 21. Duración: 55 minutos.
Fuente: LA NACION

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