miércoles, 28 de octubre de 2009

Esmeralda Mitre, actriz

Me cuesta enamorarme

Autor: Sabasatián Soldano

Tan notable es la vibración, que no tarda en llegar el convencimiento de que lo que se tiene en frente es un espíritu libre. Ninguna materia física, valor monetario, ni incluso su propio cuerpo, son límites de la búsqueda constante en el área secreta de su arcano interior. Descalza, montada a pelo en su pasión y bien sujeta a las crines del caballo del riesgo, galopa como un hipogrifo violento contra los vendavales del prejuicio. Siempre en los campos de la auténtica vocación hasta su regreso al despojo absoluto. Fuerza ecuestre y sangre agreste. Así es ella, Esmeralda Mitre (25), una chica bien “al natural”.

Su lugar en el mundo. Hace 30 años, su madre, la pintora y filósofa Blanca Isabel Alvarez de Toledo, y su entonces marido, el artista plástico Nicolás García Uriburu, adquirieron los restos de un fuerte portugués del siglo XVIII, a siete kilómetros de La Barra, en tiempos en los que nadie ponía atención a los campos esteños. “Este sitio atesora una energía importante que hay que saber llevar, porque aquí está mi historia. Para mí no existía ´gorlerear´. Mi infancia se nutrió de verdes, texturas naturales, escondidas entre las rocas y fogones con guitarras. Un mundo romántico que mamá armó y me inculcó desde pequeña”, comenta Esmeralda.

Soledad e inspiración. La heredera mujer más joven de Bartolomé Mitre —director del diario “La Nación”—, arranca girones de recuerdos de cada centímetro del casco rural. “Me crié con los efectos de la bohemia del arte y viendo cómo la gente escribía en la redacción del diario de papá. Mi ámbito natural me dio la posibilidad de soñar y no dejarme envolver por la frivolidad.”

Los años dejaron atrás a la niña empecinada en usar tutú doce horas diarias, en el campo y en la playa. Llegó la mujer, con sus clases de piano y guitarra, experimentando sensaciones sin poder dar en la nota con el arte al que quería dedicarse. “Al cumplir los 17, me di cuenta de que nada me interesaba más que ser actriz. Pero jugué callada, porque me parecía una profesión extraña, al menos con las pautas y expectativas ajenas con las que había crecido. Sin embargo, comencé a estudiar Filosofía y Letras en la UBA, en paralelo con mi verdadera pasión. Tomé clases de teatro con Agustoni, Norman Brinski, Juan Carlos Gené y Guerweroff, con quien entreno actualmente. Así como el casamiento y la mortaja que del cielo bajan, me cayó la vocación. Sola, busqué un representante y me anoté en el primer casting para ´Enamorarte´, donde hice un debut coprotagónico junto a Emanuel Ortega y Celeste Cid. Entonces, comencé a ganar mi plata, dejé la casa de mamá en Barrio Parque y me mudé a Palermo.”

Fuente: Caras

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