jueves, 22 de octubre de 2009

"Este fue un festival de cambio"

Organizada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y con dirección artística de Alberto Ligaluppi y Rubén Szuchmacher

Un día después del cierre Rubén Szuchmacher y Alberto Ligaluppi, directores del encuentro escénico, toman la palabra. "Los efectos de un festival se ven con la distancia. De todos modos, esta edición marcó que puede haber otro modelo de gestión", señala Szuchmacher. Su compañero de gestión, agrega: "Y nos alegra haber traído otro tipo de teatro". Durante la charla, Szuchmacher reconoce: "En el caso de las obras extranjeras, el festival se fue instalando de a poco".

-Antes la venta se agotaba. ¿Por qué creen que no sucedió en esta edición?

Ligaluppi: -La aventura que nos metimos de traer teatro desconocido generó resistencia. Fue un poco difícil.

Szuchmacher: -Creo que también hubo problemas comunicacionales. Al principio, lo que aparecía es que era una edición poco segura, pero fue nuestra apuesta. Sí, quiero aclarar que no tuvimos falta de presupuesto. Sabemos que en otras áreas de gobierno hubo recortes, pero no acá. Claro que no estábamos dispuestos a pagarle a Peter Brook 22.000 euros por función, por Acto sin palabras . Apostamos a otra cosa. Por ejemplo, creemos que la gente llorando con la obra de Corea le dice algo a la gente de Teatro x la Identidad. Por otra parte, si muchos espectáculos porteños tienen música, bien: nosotros trajimos espectáculos con música, pero bien hechos.

A la luz de los hechos, saben que llevar público al Teatro de la Ribera fue complejo, aunque el mismo Szuchmacher recuerda que no fue así en otras ediciones del FIBA. También tuvo sus dificultades el Konex ("salvo la sala grande, es un lugar absolutamente hostil. En cuanto a la organización, es un horror lo que pasa ahí dentro", agrega).

Claro que en este complejo entramado hay cosas menos evidentes, que Alberto Ligaluppi subraya: "Se dio trabajo a muchísima gente, porque casi la totalidad de la realización escenográfica fue hecha aquí".

Les tocó dirigir un festival en tiempos de un gobierno que es visto con desconfianza por el sector teatral. "Sin embargo, nadie nos condicionó en el contenido ni en la programación. De hecho, hicimos un FIBA muy político", afirma Ligaluppi. "Y potenciamos nuestras miradas políticas dentro de un gobierno de ciertas características -agrega Szuchmacher-. Lo que a veces me saca es que se reduzca el nivel de complejidad. Tengo la sensación de que mucha gente hubiera preferido que el FIBA no se hiciera. Este fue un festival de cambio. Este gobierno nos dejó hacer y ahora deberá ver qué hace con nosotros."

De cara al futuro, decidieron no programar nada para el Bicentenario, como estaba previsto, porque, como dice Szuchmacher, "hay tanto de todo orden que, quizá, no pase nada". Por eso, decidieron concentrarse en el próximo FIBA, que tendrá lugar en dos años.

Fuente: LA NACION

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