miércoles, 21 de octubre de 2009

La idea de un perfil propio

Finalizó el VII Festival Internacional de Buenos Aires En un nivel desparejo de obras, se trató de encontrar, en la oferta artística, una búsqueda y un tono distinto.

Por: Juan José Santillán

La VII Edición del Festival Internacional culminó con una convocatoria, según los organizadores, de 40 mil espectadores. El público se dispersó en las 54 sedes de la ciudad entre los días 5 y 18 de octubre. Se realizaron 123 funciones con 49 espectáculos provenientes de Corea, Chile, Mozambique, Francia, Italia. Estos fueron algunos países que nutrieron un amplio abanico de propuestas estéticas.

Sin embargo, detrás de las estadísticas, surgen algunas marcas distintivas del evento: presencia del teatro latinoamericano y la inclusión de jóvenes creadores tanto en la programación nacional como internacional. Cierto aire de renovación. Pero, sobre todo, el VII FIBA zurció la grilla de espectáculos a partir de ideas concretas.

Esta edición no tuvo un despliegue de figuras refritada de otros megafestivales. Lo que perdió en ampulosidad, este FIBA lo suplantó a partir de bocetar un concepto que encamina la construcción de una identidad propia. Algo que, en caso de mantenerse, se afianzará con la inclusión de un factor elemental: el tiempo y la consistencia de la gestión para madurar el festival en su particularidad.

A partir de la creación de un concepto como una marca distintiva, fundamental en cualquier evento de artes escénicas, se conjugaron los trabajos convocados a la grilla. Entre los espectáculos programados se indagó, principalmente, en los límites entre política y representación. Hubo una fuerte resonancia de cuestiones políticas que atravesaron varias obras.

Algunas de estas cuestiones merodearon Trasparente, del boliviano, Diego Aramburo; El caso Dantón, del joven director polaco Jan Klata y en su aspecto ligado al teatro documento, Los expedientes, del Teatr Omego Dnia, también de Polonia. Además, hubo obras ligadas a cuestiones de género como Hotel Splendid, de Corea, o Mujer asfalto, de Lucrecia Paco, proveniente de Mozambique. De a Córcega, pasando por Wroclaw hasta llegar a Cochabamba. En la superficie, surge una curaduría que convocó espectáculos de ciudades recónditas.

A esto se suma la fuerte presencia de una joven camada del teatro latinoamericano. Fue auspicioso encontrarse con un creador de la talla de Guillermo Calderón, por primera vez en Buenos Aires, donde presentó sus tres montajes estrenados hasta el momento: Clase, Neva y Diciembre. Estas dos últimas, el chileno las mostró junto a su compañía Teatro en el Blanco, integrada por Paula Zúñiga, Jorge Becker y Trinidad González. Estas obras construyeron sólidas parábolas teatrales con excelentes actuaciones.

Fue también importante la visita de la compañía uruguaya Complot, que presentó una obra de Gabriel Calderón: Mi muñequita, que lleva cuatro temporadas en Uruguay. Aquí no sólo cuenta el espectáculo sino el modo de trabajo de la compañía montevideana, que renovó la escena en su país.

Por último, un aspecto destacado de la programación local fue incluir espectáculos de provincias: Nursing. Elemental. Manual de procedimientos, del grupo cordobés La Lid Teatro; Blut! una pareja de sangre, del rosarino Esteban Goicochea; Il fait mauvais... llueve, de los tucumanos Teodora Ciega Canibal.

Fuente: CLARIN

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