domingo, 25 de octubre de 2009

La poeta vestida de mar

A 71 años del suicidio de Alfonsina Storni

En su gran amor Mar del Plata, la célebre escritora, creadora de una nueva tendencia poética en América Latina, un 25 de octubre decidía ingresar al mar para terminar con su vida.

Su nombre, escogido por su melancólico y extraño padre, significa “dispuesta a todo”. Y al menos a lo lejos, se puede arriesgar que, haciendo fama a su nombre, Alfonsina Storni se destinó uno de los finales más trágicos de la literatura nacional.

Poeta y escritora argentina del Posmodernismo, hija de un industrial cervecero y cantón italiano, en 1891 su familia viajó a Suiza y en 1892, el 29 de mayo, nació Alfonsina, la tercera hija del matrimonio Storni, en Sala Capriasca.

Al llegar a Argentina, los Storni se radicaron en San Juan. Los primeros recuerdos de la niña describían: “Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta”. En 1901, la familia se trasladó nuevamente, esta vez a la ciudad de Rosario.

Los Storni tuvieron varios emprendimientos comerciales hasta que, en 1907, llega a Rosario la compañía de Manuel Cordero, un director de teatro que recorría las provincias. Alfonsina reemplazó a una actriz que se enferma, lo que devino en su decisión de convertirse en actriz y viajar con la compañía. “A los trece años estaba en el teatro. Este salto brusco, hijo de una serie de casualidades, tuvo una gran influencia sobre mi actividad sensorial, pues me puso en contacto con las mejores obras del teatro contemporáneo y clásico. Pero casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba. Torcí rumbosa”, escribía Alfonsina en una carta de la época.

Finalmente, se trasladó en 1911 a Buenos Aires, y al año siguiente nació su hijo Alejandro, sin padre conocido. Su condición de madre soltera la definió como mujer enfrentada radicalmente a la sociedad. Se inmiscuyó paulatinamente en el mundo de la poesía y los literatos, trabando relación con diversos poetas, y figuras como Manuel Ugarte y José Ingenieros.
Años después, ya con varios libros escritos, en 1918 Alfonsina recibió una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas, junto con Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea.

Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, lo que la colocaba muy por encima de sus pares. En 1925 publicó Ocre, que marcó un cambio decisivo en su poesía. Su prosa, fundamentalmente de temática amorosa, también se ligó a la temática feminista, intentando desligarse de las hopalandas del Modernismo y volver más la mirada al mundo real. La soledad y la marginación hicieron mella en su salud, y a veces la neurosis le obligó a dejar su puesto de maestra de escuela.

Alfonsina intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa. En 1928 viajó a España en compañía de la actriz Blanca de la Vega, y repitió su viaje en 1931, en compañía de su hijo. Allí conoció a otras mujeres escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedica algunos poemas.

En 1931, el intendente municipal nombró a Alfonsina jurado y fue la primera vez que ese nombramiento recayó en una mujer. “La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina”, afirmaba Alfonsina en un diario al referirse a su designación.

Luego, se sucedieron varios viajes a Europa (1930 y 1934), motivados por una evolución hacia un lirismo libre de moldes formales, dramático y descarnado y de una audacia erótica insólita para la época, con nuevas meditaciones feministas.

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama. La mastectomía le deja grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecen. Se vuelve recluida y evita a sus amistades.

En 1937 se suicidó Horacio Quiroga y ella le dedicó un poema de versos conmovedores y que presagiaban su propio final: “Morir como tú, Horacio, en tus cabales, Y así como en tus cuentos, no está mal. Un rayo a tiempo y se acabó la feria... Allá dirán. Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte. Que a las espaldas va. Bebiste bien, que luego sonreías... Allá dirán”.

Los meses subsiguientes fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad: Alfonsina padece cáncer terminal. Volvió a Mar del Plata.

Hacia la una de la madrugada del martes 25 Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. Aunque los biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera, la leyenda es que se internó lentamente en el mar.

Fuente: Hoy

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