miércoles, 28 de octubre de 2009

Los conocidos de siempre

TEATRO: ENTREVISTA A JUAN CARLOS GENE Y WALTER SANTA ANA

Mañana estrenan "Krapp, la última cinta magnética" Amigos desde sus comienzos, vuelven a trabajar juntos después de 14 años: Gené dirigirá a Santa Ana en la obra de Beckett que se dará en el San Martín. Un vínculo con historia.
La memoria, ése pareciera ser el asunto. No la del memorioso, sino la de aquellos que no olvidan. Aparece a cuento de sus viejos tiempos, del camino compartido, de algunas postales de exilio o del concepto base de la obra de Samuel Beckett que estrenan mañana, en la que un hombre se enfrenta con el que fue hace 30 años. Referentes de una generación de actores para los que el pasado dejó huella, tienen historia, mucha de ella en común. "Nos conocemos desde siempre", dice Juan Carlos Gené. "No, Juan, yo creo que desde antes", regala Walter Santa Ana, con la experiencia arraigada en la voz.

Sentados en los sillones del Teatro San Martín, transitan el tiempo de descuento rumbo al estreno de Krapp, la última cinta magnética, la pieza que desde mañana presentarán (esta noche será la función de prensa) unos pisos más abajo, en la emblemática sala Cunill Cabanellas. La pieza marca el regreso de la fórmula Gené-Santa Ana, que hace 14 años no subía a escena: en 1995 montaron, como director y actor respectivamente, El avaro, de Molière, en el mismo teatro. En el mismo, además, en el que habían realizado Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta.

Varios adoquines compartidos del camino llevan pisados estos dos actores enormes que cruzaron sus rutas laborales por primera vez hace 42 años, en la puesta de Los prójimos. "Pero ya nos conocíamos, aunque no tengo registro exacto de cuándo ocurrió ese encuentro inicial. Walter es de la gente de la profesión, como Pepe Soriano o Cipe Lincovsky, que forma parte de mi vida desde hace mucho, mucho tiempo... son relaciones sin fecha. Somos amigos, verdaderos amigos", reconoce Gené, con su impecable dicción capaz de ser atendida desde la última butaca de una última fila.

Es de celebrar, casi, que haya una relación tan sólida en un medio plagado por tanta fugacidad...

Santa Ana: Es que la fugacidad se da naturalmente en esta profesión, siempre. Porque se arma una familia, la gran familia, ésa en la que se supone que nos llevamos todos bien y es un desastre... Bueno, se termina la familia, y no necesariamente se rompe, o baja de cartel la familia ésta y se forma otra familia. Y así vamos formando familias durante todas las temporadas.

Pero se ve que hay vínculos que se resisten a esa fugacidad.

Gené: Walter es mi interlocutor preferido. Porque él cultiva el arte de la conversación. Y lo sostenemos bastante. Nos gusta encontrarnos para conversar.

¿Tópicos favoritos?

Gené: Desde el Alfa Centauro hasta las tarifas del gas...

¿Pasando por el fútbol?

Gené: En general, el fútbol no forma parte de nuestras inquietudes.

Santa Ana: El fútbol es importantísimo para mi vida de solo. Yo desespero por el fútbol, en cambio él no.

Gené: Soy un hincha mediocre de San Lorenzo.

Santa Ana: Yo era de Racing... Es una larga explicación: me borré de Racing porque dejó de ser una institución. Pero lo cierto es que yo jugué mucho. Llegué a integrar la Cuarta especial de Almagro. Y un día dejé y entré al Conservatorio Nacional.

En alguna de esas charlas que suelen tener mano a mano hablando de bueyes perdidos, alguna vez tiraron la idea de hacer Krapp, la última cinta magnética, la obra en la que un hombre (Santa Ana) escucha una grabación suya de cuando era joven Y se enfrenta a sí mismo. Pero aquel primer abordaje por realizarla, entre copas y café, había quedado en un intento. O eso, al menos, suponía Gené: "Mirá, si te cuento la verdad... Esta es una cama que me tendieron entre él y Kive Staiff (director del San Martín). Walter habló con Kive de hacer este espectáculo y de ser dirigido por mí y a Kive le pareció bien. Digamos que fui el último en enterarme. Y eso se entiende porque, durante muchos años y a las cansadas, él y yo hablamos bastante de esta idea. Pero que un día se convirtiera en realidad sin que yo supiera, resultó entre gracioso y alarmante. Jamás se me hubiera ocurrido decir que no".

Desde su contundente serenidad, Santa Ana cuenta el detrás de escena del proyecto: "Todo comenzó con un saludo. Hola Kive, ¿cómo estás? ¿Qué te parece si hacemos Krapp?, le dije. Yo no lo sabía, pero él estaba haciendo la programación. Me dijo esperá un segundo que lo voy a anotar. Lo anotó y me dijo que viniera al teatro el martes, a la conferencia de prensa. Y ahí anuncio que hacíamos Krapp. Tal cual, no es de otra manera. Yo sabía que Juan no iba a decir que no, porque es trabajo. Y, además, es Beckett, un dramaturgo como pocos. Pareciera que hubiera querido inventar, no un lenguaje teatral, sino un lenguaje".

¿Beckett es un autor particularmente difícil?

Gené: Beckett resulta particularmente complicado, porque uno se complica innecesariamente por ver de qué manera hace que el público reciba eso que uno recibe del autor. A esta altura, ignoro totalmente cuáles son los mecanismos del éxito o del fracaso... Siempre parto del principio de que lo que hago no va a funcionar. De modo que cualquier funcionamiento va a ser sorprendente.

Santa Ana: Esta es una obra que tiene resonancia. Es decir, como la poesía, no te deja nunca. Pasan 40 años y te estás bañando, estás amando y de pronto te viene esa imagen, se aparecen esos versos. El otro día, un sobrino me preguntó 'Tío, ¿qué quiere decir esto de Neruda?' Le dije: 'En principio te voy a decir que no sé, antes de que me digas qué poema es. Tenés que saber que lo vas a entender dentro de un año, dos o cinco, en cualquier momento. Si es poesía, te va a resonar, te va a volver'.

Tarde poética la del otro día, por cierto. Como con resonancia.«

El padre

"Es una gran actriz. Se luce como comediante, pero tiene herramientas para lo que quieras", dice Walter sobre su hija, Muriel Santa Ana, protagonista de "Ciega a citas"
Fuente: Clarín

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