martes, 27 de octubre de 2009

Otro envase para la misma Moria

Una visita inoportuna . De Copi. Versión en español de Georgina Botana de Damonte. Adaptación para la Argentina, de Melocotón Productions. Elenco: Moria Casán, Jean-François Casanovas, Sebastián Galeota, Iván González, Gustavo Monje y Gabriel Rovito. Vestuario: Renata Schussheim. Música original: Gregorio Vatenberg. Diseño escenográfico y de iluminación, dirección y puesta en escena: Stephan Druet. Funciones: de jueves a sábados, a las 21; los domingos, a las 20. En Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Duración: 100 minutos.

Nuestra opinión: regular

Hace ya muchos años que Moria Casán -con inteligencia, simpatía, indudables dotes histriónicas y un físico exuberante (en parte, inventado)- recreó un personaje característico de la revista porteña: la vedette monumento, la diva colosal, una Gargantúa femenina, encarnación de los ensueños sexuales de sus admiradores. Su personalidad se ha instalado en el imaginario popular como la Mujer, con mayúscula, aunque no desprovista de cierta agresividad masculina. Además, a diferencia de la legendaria Nélida Roca, Moria sabe moverse. ¡Y cómo!

No es la primera vez que la Casán aborda el teatro "en serio": lo hizo con éxito, una década atrás, en la perdurable Brujas . Al transitar el género, no se despoja de las plumas y el strass. Anunciada como un acontecimiento, esta aparición de la vedette en la pieza de Copi no implica ninguna novedad: el envase es distinto, el producto es el mismo. Se pasea con desenvoltura por el escenario, dice sus parlamentos de frente al público y en todo momento, propicio o no, se dedica a menear el trasero, rotar la pelvis y exhibir sus más notorios atributos, precursores de la actual 3D cinematográfica. Todo esto lo hace con gracia, pero ese cuerpo demasiado presente tiende a desequilibrar la acción y atenúa la eficacia de la obra.

Muerte con sarcasmo

Porque Una visita inoportuna -estrenada en 1988 por Jorge Lavelli en su Théâtre de la Colline, en París, y en el San Martín porteño, en 1992, con puesta de Maricarmen Arnó- no describe la lucha del protagonista (Copi mismo) contra la muerte por sida, sino el supremo sarcasmo con que la recibe, encarnada en una delirante diva de ópera, Regina Mortis, empeñada en renovar promesas de amor que la homosexualidad de aquel desautoriza enfáticamente.

El cuarto del enfermo alberga a cantidad de visitantes estrafalarios y también al médico demente que lo atiende y que intenta practicar lobotomía en cualquiera que se le cruce. Todo es un gran disparate, lleno de humor irreverente, y también una tragedia en extremo conmovedora. El director francés Stephan Druet imprime un ritmo desaforado y no evita los desbordes de la Casán ni la dilación excesiva del final.

El protagonista aparece algo diluido y monótono. Hay buenos trabajos del elenco de apoyo y un excelente, admirable Jean-François Casanovas, una Regina Mortis para la memoria: es el único afín al genio de Copi y el único contrapeso a la vedette dominante.

Ernesto Schoo

Fuente: LA NACION

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