sábado, 3 de octubre de 2009

Poliuto, un eslabón al futuro de la ópera

La régie de Eduardo Casullo, sobre un marco de Mariela Daga, tuvo la virtud del respeto por el autor, con lo cual se conservó el recato necesario como para que la música sea el centro de atracción Foto:Viviana

Trascendente propuesta, dadas la riqueza y la originalidad de la obra dentro de la producción donizettiana

Tragedia lírica Poliuto.
De Gaetano Donizetti, sobre libreto de Salvatore Cammarano basado en Polyeucte de Corneille. Edición crítica de Ashbrock y Parker de Casa Ricordi. Elenco: Adelaida Negri (Paolina), Miguel Geraldi (Poliuto), Douglas Hahn (Severo), Víctor Castells (Callistene), Juan González Cueto (Nearco), Matías Lechuga (Felice) y Jorge Bellone (Un cristiano). Escenografía y vestuario: Mariela Daga. Iluminación y puesta en escena: Eduardo Casullo. Director del coro: Ezequiel Fautario. Director de orquesta: Giorgio Paganini. Casa de la Opera. Teatro Avenida.

Nuestra opinión: bueno

La representación de Poliuto , llevada a cabo -el último fin de semana- por la Casa de la Opera, adquiere trascendencia tanto por la riqueza y la originalidad de la partitura dentro de la vasta producción donizettiana como por el dato histórico de que sólo fue ofrecida durante el siglo XIX, entre 1848 y 1898, como señaló el musicógrafo César Dillon en el programa impreso. Lo cierto es que se trata de una de las obras en las que se vislumbra el posterior estilo verdiano. En un breve análisis de la vocalidad predominante en la ópera, principalmente proveniente del canto de la pareja central de Poliuto (tenor) y Paolina (soprano) y del personaje de Severo (barítono), que conforma el terceto amoroso, se escucha el germen que prenuncia el teatro cantado posterior.

En este sentido resulta interesante recordar que en 1842, en ocasión del estreno de Nabucco de Verdi, se registró en La Scala la presencia de Donizetti, y fue uno de los asistentes que manifestaron una gran admiración por la obra que tanta significación adquirió desde el punto de vista político, en aquella Italia convulsionada.

La versión ofrecida en este Buenos Aires de tan rica vida cultural tuvo en la autorizada batuta de Giorgio Paganini un concertador perfectamente consustanciado con el estilo y muy atento para dar apoyo al cuadro de cantantes. Del mismo modo, el conjunto coral con intervenciones sumamente destacadas, tuvo en Ezequiel Fauterio a un preparador realmente eficaz.

En cuanto a los cantantes, Adelaida Negri reiteró, encarnando a Paolina, esa pasión fervorosa por la ópera que la impulsa a ofrecer títulos que, como en el caso de Poliuto , no forman parte de los repertorios habituales, pero que presentan el atractivo de partituras novedosas por la combinación de las voces con una instrumentación sorprendente en matices. Aquí la soprano transitó por todos los pasajes que exigen la utilización de amplio rango en el registro. Como no podía ser de otro modo, Negri recibió su merecido premio con el fervor de sus incondicionales admiradores.

Tuvo buen rendimiento actoral el tenor Miguel Geraldi en el papel protagónico, en tanto que su voz acaso sea más adecuada a partes más líricas y no tan dramáticas como en este caso, y el barítono Douglas Hahn, también de Brasil como su colega, dejó escuchar mejor emisión con grato color de voz, logrando pasajes muy bien fraseados y expresados con intensidades expresivas. Acertados resultaron los trazados de sus respectivos personajes a cargo de Víctor Castells y Juan González Cueto, ambos con claras posibilidades de desarrollar muy buena carrera.

La puesta, régie e iluminación de Eduardo Casullo sobre un marco de Mariela Daga tuvieron la virtud del respeto por el autor, con lo cual se conservó ese recato tan necesario para que el canto y la música sean el centro de atracción. El público tributó su cariño al elenco con un sostenido aplauso.

Juan Carlos Montero

Fuente: La Nación

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