sábado, 17 de octubre de 2009

A veces no alcanzan las buenas actuaciones

Hasta que la muerte nos separe. Texto: Rémi de Vos. Dirección: Paul Desveaux. Con: Céline Bodis, Mirta Busnelli y Javier Lorenzo. Escenografía: Paul Desveaux y Sol Soto. Iluminación: Paula Grandío. Música original: Vincent Artaud. En El Camarín de las Musas. Duración: 65 minutos.

Nuestra opinión: regular

Madelaine y Simón traen las cenizas de su madre y abuela, respectivamente. Madre e hijo se han encontrado en el cementerio después de muchos años sin verse. Es él quien ha vuelto al pueblo donde nació y creció para la cremación. Casi de entrada se ve que el vínculo madre-hijo está atravesado por la incomodidad. La madre está repleta de reproches, tanto que no puede dejar de expresarlos aunque mantenga la boca cerrada.

La vida en ese pueblo de provincia ha quedado casi detenida a los ojos de Simón, a tal punto que cuando llega a saludar una amiga de la infancia reviven el amor que sentían de niños. En esa quietud el personaje que interpreta Javier Lorenzo sale de cada situación para oficiar de narrador (también consigo mismo, como para tratar de comprender algo de lo que allí sucede).

Un incidente que se preveía demasiado modifica la escena y convierte lo que se venía perfilando como una comedia dramática en una comedia liviana, en la que las buenas actuación de Mirta Busnelli -se traba deliciosamente- y Javier Lorenzo -con expresivos titubeos y desequilibrantes balanceos- no alcanzan para darle espesor.

Ahí comienza un juego a las escondidas obvio y sin sutilezas, a tal punto que llega a ser un encadenamiento impensado de delirios sin rumbo; ya nadie se acuerda de esa abuela que acaba de morir, por eso se hace difícil de creer y, lo que es peor, sentir como cierto el final. El hueco más claro de este trabajo es el libro en sí; ya ahí está la fractura que impide dar el salto que sí dan los personajes.

Verónica Pagés

Fuente: LA NACION

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